lunes, 30 de julio de 2012

El Hierro, La Isla del Meridiano



La UNESCO declaró a la isla de  EL HIERRO como reserva de la Biosfera, lo que significa que es modelo de como debiéramos convivir con la naturaleza. 
Decidimos viajar junto a unos amigos, ya que  la más pequeña de las Islas Canarias era una desconocida para nosotros, alojándonos en uno de los lugares con más encanto de todas las islas, su Parador, mirando al océano.
La isla del Hierro es la más occidental de las Islas Afortunadas, y también la más pequeña: se dibuja como un triángulo casi perfecto.

Eso facilita recorrerla sin prisas, con pausa, así nos lo propusimos empezando por San Andrés, aquí está el Árbol Garoé, el árbol santo, del que los bimbaches sacaban el agua que necesitaban. Alrededor de él  se narran miles de leyendas.
La Isla Del Árbol Santo
“Mira por el Océano bajando,
entre el húmedo Noto y el Poniente,
las islas de Canarias, reparando
en aquella del Hierro especialmente;
que, falta de agua la Natura obrando,
las aves, animales y la gente 
beben la de un árbol se destila
en una bien labrada y ancha pila.”
Alonso de Ercilla y Zúñiga en “La Araucana


Después de darle mil vueltas, sentir las gotas que nos caían, llenarnos los pies de barro y hacer las fotos de rigor, seguimos en busca de los paisajes espectaculares.

Otro de los árboles con mayor atractivo de la isla es la Sabina .



Es un árbol resinoso que puede alcanzar los 8 metros , de hoja perenne, al que el azote del viento le da formas caprichosas haciendo que su copa toque el suelo.


Aseguran los sabios que es en esta isla del Hierro donde se habla el más puro castellano de todas las Islas Canarias.


Los primeros pobladores aborígenes eran de piel clara, rubios ,de ojos azules: se conocían como”bimbaches”.Utilizaban un lenguaje similar o procedente del árabe y tenían una religión con una divinidad distinta para cada sexo.
En tiempos remotos los hombres se casaban con el número de mujeres que podían mantener, con la salvedad de que elegían mejor los que tenían más cabezas de ganado.
Antes de llegar nosotros nunca le faltaron a esta Isla del Hierro visitantes especiales: En 1493 llega Cristóbal Colón al puerto de Naos en su segundo viaje. Siglos más tarde, en 1762 un pirata inglés ataca la isla, también por el puerto de Naos.
Aquí estuvo hasta 1883 el fin del mundo conocido, por ello el sobrenombre de Isla del Meridiano, ya que en el Faro de Orchilla, en el punto más occidental de El Hierro se situaba el Meridiano Cero, trasladado después a Greenwich, donde hoy lo conocemos.

El Hierro es tranquilidad inmensa, paisajes espectaculares, calas, accesos directos al mar y piscinas naturales. No hay que olvidar tampoco los paisajes subacuáticos, ya que la Isla del Meridiano está considerada uno de los mejores puntos de buceo de Europa.

Alguno de las mejores zonas de baño están en Tacorón o la playa de El Verodal con más de 300 metros, es la más grande de la isla y la única de arena natural y color rojo.
Más adelante la Playa de Arenas Blancas, la única de arena blanca en la isla y  Pozo de la Salud, famoso desde 1830 por las propiedades minero medicinales de sus aguas. Son muy beneficiosas para el tratamiento de dolencias estomacales, urinarias, de la piel y del aparato locomotor.

En Frontera, se puede visitar  el Centro de Recuperación de El Lagarto Gigante (Lagartario), donde de  se cría en cautividad el prehistórico lagarto gigante que puede llegar a medir 1m. de largo y pesar más de 400 gramos.
En el camino de regreso del Pozo de la Salud, nos dimos cuenta que el coche se estaba quedando sin gasolina, recuerdo que pasamos un poco de angustia hasta que por fin encontramos un lugar dónde repostar. El susto nos lo quitamos entrando en un bar a tomar una cervecita fresca con lapas.
Las Lapas del Hierro son las más sabrosas y ricas que he probado en mi vida. Ese mar que agita la costa hace que este molusco univalvo crezca en sus rocas con generosidad. Incluso llegamos a tomarlo en forma de paté.

Mención especial he de hacer al Quesillo de Doña Carmen, que más parecíamos invitados en su casa que clientes de su restaurante, cerca del Pozo de las Calcosas.
 En el Pozo de las Calcosas conserva su construcción de casas primitivas con paredes de piedra y techos de paja.

Aquí podemos ver un ejemplo nítido de lo que fueron las erupciones volcánicas en la isla. En esta zona el flujo lávico frenó su caminar al encontrarse con el agua.

La bajada es muy empinada y todos menos uno de nosotros emprendimos la marcha con intención de llegar a la costa. Al comprobar lo complicada que se haría la subida nos dimos la vuelta, pero gastamos una broma a quién no bajó. Le dijimos  que había un ascensor  que facilitaba la bajada y ese era el motivo por el que  estábamos tan pronto de regreso.


Creo que cuando lea esto se dará cuenta de que el famoso ascensor del Pozo de las Calcosas no existe.

Otra de las particularidades de El Hierro : Aquí se encuentra el considerado por el libro Record Guinness el hotel más pequeño del mundo, de solo 3 habitaciones, que está abierto todo el año y dónde no es fácil encontrar habitación libre.
Son muchos los famosos que alguna vez lo han visitado. Incluso dicen que Agata Ruiz de la Prada junto a su marido , Pedro J.Ramirez  son clientes habituales.  Quizá alguna de sus colecciones haya sido inspirada en este rincón de El Golfo herreño.


La patrona de la isla es La Virgen de Las Nieves.

Desde su ermita en la Dehesa, lugar despoblado, tierra de pastores,  hace el recorrido cada cuatro años  hasta la capital.


Santa Maria de Valverde es la capital de esta privilegiada isla, situada a seiscientos metros de altura en la ladera de una antigua caldera volcánica y con el Teide enfrente.
Es la única capital de las Islas Canarias en la actualidad que no está emplazada junto al mar.
No hay semáforos y sus casas no tienen más de dos plantas. Se pueden visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, patrona de Valverde, cuya imagen data del siglo XVIII,
Especial es la anécdota que paso a contar y que ocurrió el día que nos marchábamos.
Antes de ir al aeropuerto decidimos hacer unas fotos entre las rocas con el mar agitado.

Las Olas no nos eligieron a nosotros, que estábamos imprudentemente cerca de dónde rompían, sino a nuestro fotógrafo, a quién le cayó la ola en su plenitud del  rompiente, mientras que a nosotros no nos cayó ni una gota.
El viaje de regreso tuvo que hacerlo en bañador y cholas ya que se mojó toda la ropa y los zapatos.

Hasta el  día de hoy nos reímos al recordar la anécdota, claro que  a él no le hizo mucha gracia.


Próximo post : WASHINGTON


1 comentario:

  1. Vaya memoria, ya no me acordaba de lo de la gasolina, mira que nos pudimos reír, nunca me he reído tanto de cualquier cosa nos reíamos, lo has contado tan bien que dan ganas de repetir.
    Seguiré pendiente de tus siguientes entradas

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