miércoles, 8 de mayo de 2013

Sudáfrica, mezcla sin divisones ( 3ªParte y despedida)

Según la programación hoy es el día que viajaremos hasta el Cabo de Buena Esperanza. Es 28 de abril. Sinceramente tenía muchas ganas de que llegara este momento, es la zona más al sur que habré ido, hasta el momento. A eso le uno mi fascinación por las historias y leyendas  que hay entorno a esa situación geográfica.Pero para  llegar al Cabo hay que recorrer un poco su península y hacer otras paradas dignas de mención.
Recorremos por carretera a través de la playa de Camps Bay,casas alucinantes con vistas espectaculares, la mayoría pertenecientes a la comunidad judía. Es más, hay un sector en la zona que si no perteneces a esa comunidad ni te alquilan ni te venden una vivienda.
La cadena montañosa que hay a las espaldas de esta hermosa playa se denominada " Los Doce Apóstoles". Aún era temprano y las nubes cubrían las cumbres de estos doce imponentes montículos. Parece que esta es una característica habitual del incipiente otoño ( recordemos que estamos en el meridiano sur y las estaciones del año son a la inversa del norte).
Escabada en la cara del acantilado en la costa atlántica, la carretera cuenta con magníficas panorámicas  de largas playas de arena blanca que llaman mucho la atención, aunque por allí también surcan tiburones, así que mejor no tentar a la suerte y seguir el recorrido hasta Hout Bay, importante centro pesquero que da nombre a la preciosa bahía desde donde salen barcos hacia el cabo de Duiker Island, para ver a las foquitas y los leones marinos.
Estamos bajo la mirada de un peñón llamado "El Centinela". Después de hacer la excursión que dura unos 40 minutos

Es increíble tenerlos tan cerca, nadando libremente y subiendo a tomar sol a sus rocas.


Regresamos al muelle donde nos reciben unos coloridos bailarines y nos abduce un nuevo mercadillo de artesanía. A nuestra nueva guía, una guapa cubana de nombre Susana, le cuesta reunirnos a todos para volver al bus, destino :

"False Bay" (Bahía Falsa), donde esta Boulders, la casa de los pinguinos africanos.
De camino  pasamos por el pintoresco Simon´s Town, cuyo origen es muy singular
Los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales sufrian grandes destrozos anclados en Table Bay de Ciudad del Cabo en la estación invernal, así que comenzaron a atracar aqui sus barcos durante esa estación y fundaron la ciudad dandole el nombre de Simon´s Town por Simon Van der Stel, el último comandante y primer gobernador de la Colonia del Cabo.
Hoy en día es la base de la armada sudafricana.
Aunque solo la vemos desde el autobus, el encanto de sus calles y casas coloniales son muy bonitas.
De repente oímos unos potentes sonidos de motor, cuando miramos por la ventana y nos adelanta un super Ferrari rojo y todos nos quedamos boquiabiertos, pero es que no fue ese solo, de repente nos pasa otro más, alucinamos....pero se oye un tercer motor. Tres Ferraris rojos !!! a toda velocidad por esa estrecha calle de Simon´s Town !!!..... La rapidez no nos dejó reaccionar y no pudimos sacarle fotos.
En esta zona por el tipo de casa que hay y los coches que se conducen, hay mucho dinero !!.
Llegamos a la entrada de Boulders(bloques de piedra). La mayor parte del parque es de libre acceso y sólo hay tres puntos en los que se pagan las tasas de conservación : Boulders ( Pingüinos) Silvermine (en Table Mountain) y  el Cabo de Buena Esperanza.
Para que el ser humano no irrumpa de forma salvaje en el habitat de este animal, tienen camuflado entre la vegetación que crece al borde del mar, un paseo de madera que nos lleva hasta el lugar dónde los pingüinos viven y anidan.Unas enormes rocas de granito proporcionan una excelente protección ante los vientos. La colonia de más de 2.300 pingüinos africanos se saben observados, algunos da la sensación de  que posan ante nosotros, pero intentamos molestarles lo menos posible aunque están muy acostumbrados a la presencia humana.


Es la hora del almuerzo, tantas emociones y al borde del mar abre el apetito. Cerca a Boulders hay un pequeño centro con restaurantes cuya especialidad, no podía ser otra...,  pescado y  marísco. El menú es delicioso, las vistas a Fish Hoek, lugar de celebración de regatas de la zona, es espectacular. El rico postre  de helado de vainilla con frutos rojos culminó una mañana perfecta.
Otra vez en el autobús para en apenas 20 minutos llegar al deseado Cape Good Hope ( Cabo de Buena Esperanza).
El Cabo de Buena Esperanza, (Cape of Good Hope), es el promontorio rocoso que marca el punto más al suroeste de la península del Cabo. Originalmente llamado cabo de las Tormentas por Bartolomé Díaz en 1488, fue el rey Juan de Portugal quien cambió su nombre como un buen augurio para la nueva ruta hacia la India.

Esta parte del parque está expuesta a vientos huracanados, por suerte la tarde que estamos allí aunque hace viento, no es fuerte. Hay un funicular que sube al antiguo faro, a 238 m. sobre el mar, aunque hay un camino que lleva a otro faro más moderno.
Al respecto de las leyendas que se originaron en este lado del mundo, esta la del barco "Flying Dutchman" más conocida como "El Holandes Herrante":
Fue en 1641 cuando el capitán holandés Hendrick van der Decken intentaba batir las turbulentas aguas de Cape Point en su regreso a casa. El maltrecho barco no pudo vencer la tormenta y empezó a hundirse, pero Van der Decken se propuso pasar El Cabo, aunque le llevara hasta el día del Juicio Final. Desde entonces se ha visto muchas veces el barco  fantasma, con sus mástiles partidos y sus velas rasgadas surcando  las aguas cuando hay mal tiempo. La más notable de las apariciones consta en el diario de a bordo de cierto guardia marina en 1881, quien sería coronado Jorge V de Inglaterra en 1910.
De regreso al hotel el cansancio hizo que el camino nos durmiéramos casi todos, pero al llegar a Ciudad del Cabo estabamos repuestos y nos quedaba tiempo para visitar el Waterfront, la parte dónde la ciudad le da la cara al mar.

Es un precioso entorno lleno de nuevas construcciones dedicadas a distintos tipos de comercio: ropa pintada a mano, productos marineros, regalos...y más de 80 restaurantes de todas las especialidades y zona para niños.
También hay una noria que simula ser la miniatura de la "London Eyes".
A pesar de mi vértigo, me sentí segura y subí. Preciosa la vista desde las alturas. Todo el mundo que ha estado en San Francisco dice que este paseo es muy similar al de allí, el motivo es  que la reurbanización incorpora ideas de aquel proyecto americano.
Hay que regresar al hotel pues la cena de despedida es en un lugar que nos recomendaron, dónde dicen que sirven el más fresco pescado y marisco de la ciudad, curioso su nombre "Panama Jack".



No nos engañaron, tomamos una deliciosa parrillada de pescado y marisco pues era nuestra última noche en la ciudad.
Aprovechamos la mañana siguiente que nuestro avión salia por la tarde para caminar las calles de Ciudad del Cabo. Realmente nos habríamos quedado dos días más, una para ir a hacer la excursión dónde puedes nadar con tiburones y otra más para deleitarnos de las calles de Cape Town.

Pero aprovechamos muy bien la mañana.
Gracias a la céntrica situación del hotel , llegamos caminando a la zona peatonal, llena de tiendas, galerias de arte, modernos supermercados y puestos de artesanía, pasamos junto a ST. Georges Cathetral para pasear en el jardín The Company´s Garden, lleno de ardillas e incluso vimos a una que era albina, no sé si es frecuente que haya este tipo de ardillas, pero lo cierto es que nos salió al paso.




También entramos en una iglesia metodista que estaba frente al famoso mercadillo de Green market Square y una vez más tuve un encuentro con una persona que resultó ser muy emotivo.
Se trataba de una anciana que estaba al cargo del cuidado de la iglesia y que nos invitó a entrar y hacer todas las fotos que quisieramos. Nos preguntó de dónde veníamos, que habíamos visto, si nos gustaba...en fin, lo típico, pero entonces se puso a contarnos que tenía 92 años, su piel era perfecta no tenía ni una arruga, tampoco tenía dientes, nos dijo que se quedó viuda muy joven con cinco hijos por criar. No quiero imaginar como ha debido ser la vida de esta mujer, teniendo en cuenta el color de su piel y que el apartheid solo hace 19 años que desapareció. Pero la bondad y la ternura que desprendía nos hizo emocionarnos. Al despedirnos de ella nos dijo " Que Dios os bendiga, allí dónde vayáis".
Sin palabras. Lo curioso es que en viajes anteriores siempre he tenido contactos de este estilo, recuerdo dos muy emotivos que tuvieron lugar uno en la basilica de Guadalupe y otra en la catedral de Zacatecas. 
Pues con la emoción de lo vivido, el cansancio de todo lo que hemos recorrido y la pena por la marcha, dejamos este país.
Ciudad del Cabo se merece un segunda visita, lo dejo apuntado en mi agenda de viajes repetibles.

Así acabo mi relato, ojala que os haya entretenido y me harías muy feliz si al acabar me dejas tu comentario. Gracias por leerme.
@Pepa RJ

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